Una carta para botar las cosas viejas, y ser feliz dándole paso a las cosas nuevas.

Querida conocida, que alguna vez fuiste mi mejor amiga y que  alguna vez fuimos como hermanas, y que te convertiste en mi cuñada:

Éramos tan estúpidas en ese entonces que creíamos que nuestra amistad duraría para siempre...
Ahora solo me rio, de toda esa ingenuidad
¿Quién lo diría?
Que yo me aferraría tanto a ti
Y que me romperías el corazón de manera tan vil
De todos modos... Eso ya no tiene importancia
porque eramos tan distintas una de la otra (aún lo somos) y cometíamos tantos errores... Ahora es distinto, porque hemos crecido y yo he aprendido muchas cosas, no se si tu también... Sólo hay que decir que ya estaba claro que en cualquier momento tenía que suceder;

La única cosa que podría agradecer es que me hayas hecho conocer a la persona que más amo en este mundo... A tu hermano.
¿Quién diría que la persona que menos hace en este mundo haría algo tan grande?
Supongo que fue cuestión del destino.

Ahora que estoy más calmada
Ahora que no te odio tanto
Y que no te quiero tanto
Ahora que mi mente está más clara
Que no quiero gritarte en la cara que te vayas
Ahora que me siento mejor
Que he dejado de sentirme traicionada
Que he dejado de sentir estos celos
Que me hacían parecer una desgraciada
Ahora si...
Se podría decir que me has dejado de interesar
Aunque obviamente siempre habrá un pequeño lugar en mi donde esté tu recuerdo
Pero queda de mi parte ver si a cada rato lo ando removiendo o no

Podría decirse que para mi aferrarme a ti fue como conseguir mi propio demonio, me hiciste sufrir demasiado, me hiciste vivir un infierno
Pero a parte de todo eso me diste buenos recuerdos
A pesar de tu necedad, de tus inexplicables cambios de humor
Y de tus impertinencias, rebeldías, y faltas de respeto hacia mi

No me queda más nada que decir que espero que tengas una buena vida
Y que espero no verte tan seguido.

Con toda sinceridad:

Oriana.