...
Y morí, una y otra vez. Después de dos meses, después de haber estado esperando tanto tiempo ese día, salí derrotada, sintiéndome como una maldita cucaracha y sintiendo una rabia incontenible.
Respiraba hondo, mientras bajaba en el elevador, pensando con qué cara miraría a mis padres, porque a fin de cuentas lo que más me pesaba era el hecho de sentir que los estaba decepcionando, que todo se iría abajo por mí.
Atravesé las puertas del edificio y me senté, miré sus rostros y sentí todo el peso, todo el tiempo caer sobre mis hombros y no pude, no me pude contener...
Me senté en un escaloncito y escondí mi rostro en mis manos, simplemente me eché a llorar, y muchos no entienden lo complicado y fuerte que resultar ser el llorar frente tus padres.
Honestamente lo necesitaba, llevaba demasiado tiempo aguantándome todo, la nostalgia, la ansiedad, la tristeza, la rabia, el dolor, todo.
Mi madre no lo entendía muy bien, no entendía el por qué de mis lágrimas, y entonces se fue con su discurso de que nosotras somos fuertes, que no deberíamos de llorar, y ya luego me echaba en cara todas las cosas que salieron mal. Después de todo, era una carga más a mis hombros... pero no la culpo, porque ella también llevaba una carga muy pesada en su espalda.
Lloré, y con el corazón hecho pedazos me marché; Si una cosa me enseñó mi madre es que el show, la vida, las cosas deben continuar. Y entonces me subí a ese avión, después de no haber dormido nada, después de toda mi depresión, creo que una de las cosas más hermosas que pude haber visto después de todo aquello, fue el amanecer desde lo más alto, alejándome cada vez más de mi tierra, de mi familia, de mis amigos, de mi amor, mis raíces, mi pasado, absolutamente todo.
A medio camino, pasé más de 15 horas esperando, muriendo de cansancio, mi ánimo se subió un poco hasta que me tocó otras cuatro horas más...
Nadie sabe la historia, nadie sabe la parte difícil de este viaje, de todo aquello que sucedió cuando llegué y que nada salió como se suponía que debería haber salido.
Llanto, decepción, separación...
Y yo parada frente a todo y todos, sin saber muy bien qué hacer.
Una de esas noches pesadas, en las que ni siquiera llevaba una semana aquí
Donde el frío era horripilante y mis dedos dolían, morían por escribir lo que me estaba matando por dentro pero que, ni siquiera era suficiente para aliviar todo el peso. Sí, una de esas noches fue donde tuvimos todos la conversación; Miré como se rompían poco a poco y pensé ¿Cómo el mundo puede ser tan injusto? luego me dije que no, no es el mundo, somos las personas que dañamos, que destruimos, que estamos ciegos y ni siquiera podemos agradecer.
¿En qué clase de monstruo se ha convertido?
Dañando aquello que lo creó, mordiendo la mano de su amo
Huyendo del sentimiento de culpabilidad
El orgullo mata, la avaricia y la ambición
¿Cómo puedes ser tan descorazonado?
¿Cómo puedes no sentir el dolor?
Tan intenso fue el dolor, tanto fue que los desarmaron
tanta fue la decepción que por primera vez en mi vida
Observé a mi padre, con la mirada rota... pedirme un abrazo que detonó una vez más mis emociones
en donde no pude evitar llorar y decirle que sentía un miedo inmenso de decepcionarlos, y que no quería ni podía decepcionarlos después de toda la mierda que vivimos, después de todos los obstáculos.
Lloré, lloré, lloré...
Y aún estoy en proceso de purgarme, perolo importante es que nadie nunca nos enseñó a rendirnos, a detenernos y es por eso que las cosas van en su camino, no hay nadie que nos pueda detener.
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