Equilibrio.

La persona que era antes, esa persona jamás volverá. Tampoco es que quiera que vuelva, honestamemte jamás he sentido una gota de arrepentimiento, pero sí pequeñas punzadas de dolor por mis errores, por el daño que provoqué pensando que estaba bien.
Mi empatía hace que duela y que como de costumbre, me preocupe más del daño que provoqué a los demás,  que del mío.
Mi memoria no falla, aún está atado en mi mente las pequeñas palabras que alguien alguna vez me dijo y que yo no escuché; Todavía en mi mente está la traición que cometí con los ojos vendados y la mano de un titiritero tirando de mis cuerdas, aunque eso no me hace menos culpable, porque fui yo quién se dejó contaminar. Sí, por un tiempo fui todo aquello que siempre detesté, que con toda convicción describía con desdén...
Y el golpe más fuerte fue cuando finalmente me percaté de que, la más grande traición que cometí fue hacia a mi misma. Con el tiempo aprendí que nunca es tarde para recapacitar y que nuestros pecados son finalmente los que nos moldea a ser precisamente lo que somos ahora, aprendí que no soy perfecta ni una santa pero que tampoco soy tan mala como solía pensar; Que para amarse a uno mismo con toda intensidad, es necesario una pizca de odio que nos haga aterrizar, que nos haga cuestionarnos una y otra vez para finalmente poder hacer las cosas bien.
Para todo se necesita un poco del mal y el bien, tomados de la mano, es de ahí de donde viene el equilibrio.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Espacio entre lo que fuimos, lo que somos y lo que fue.

no title