El irremediable e infinito torrente de pensamientos que por fin dejo salir.
¿Qué es el amor? ¿Qué es estar enamorado? ¿Qué es amar?
a veces siento que me da igual y otras veces solo trato de encontrar unas palabras concretas para explicarme a mi misma qué es lo que siento y qué, según yo, se asemeja a todos estos sentimientos.
Mi afición por la escritura no es más que eso, un vago intento de explicarme y entenderme a mi misma, un vago intento de asimilar todo lo que está a mi alrededor e intentar describirlo de manera abstracta. Para que así, tenga un significado distinto y tal vez, innovador desde cada ángulo en que lo observes.
Recuerdo esos tiempos cuando usaba con desesperación las letras, y mis versos no eran más que gritos disconformes, amargos y tristes; Recuerdo cuando en medio de toda mi dolencia quería escapar y menos mal ¡Menos mal! Que no tomé alguna decisión estúpida de la cual tal vez, sería la única cosa por la cual me estaría arrepintiendo por el resto de mi vida.
Hay tantas cosas que me pregunto, que me planteo y es por eso quizás, que necesito tanto la escritura; Tengo un sin fin de razones por las cuales la escritura resulta ser tan terapéutica para mí, y es que en cierto modo es como si estuviera conversando conmigo misma, con el mundo, con el vacío, con todo y todos al mismo tiempo. Es como la música y mi manía de buscar trocitos de mí, de mi vida en cada letra; Es como mediante las cuerdas de mi guitarra encuentro cierta satisfacción al rasgarlas y crear una melodía donde probablemente se encuentren ocultos un trillón de emociones que aún no tienen alguna palabra para definirse, y en como al cantar siento finalmente que puedo levantar mi voz y decir lo que siento y pienso de una manera totalmente diferente.
Hay tantas cosas...
Tantas cosas que guardo en mi mente y que a pesar de escribir sin parar, no puedo sacarlas todas, no puedo siquiera explicarlas con claridad. Todo se siente tan infinito, y creo firmemente que lo somos, porque los pensamientos en nuestra mente jamás paran, y nuestras emociones jamás dejan de emerger, porque nuestro corazón no deja de latir y si lo hace es con la certeza de que más allá, encontraremos algo más. Somos infinitos porque la esperanza por más que proclamemos haberla perdido, sigue estando ahí, latiente.
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